El proyecto de la Universidad Pascual Bravo surge desde el interés de ponerle fin al material particulado producido por el transporte público con el agravante que la topografía y las condiciones meteorológicas de Medellín hacen que quede estancado en la ciudad durante varias semanas.

Por tal motivo, están investigando la conversión de buses a diésel y gas a eléctricos, pero en vez de utilizar kits de baterías de litio serían con catenarias para mejorar la operatividad y rendimiento.

Por un lado, se contempla el impacto de la chatarrización de los vehículos a diésel que llegaron al final de su vida útil.

“Queremos llevarle pruebas a los Gobiernos para que comprendan que las conversiones son mejores que chatarrizar y fundir, eso es muy contaminante. Las maquinarias que se utilizan consumen energía de manera excesiva, luego es llevarlo a una empresa de fundición y los hornos que utilizan son a gas o carbón”, afirma Alejandro Posada, líder del proyecto.

Además, asegura: “Los buses con catenarias tienen mayor eficiencia que los demás. Aquellos con baterías de litio requieren mucha más potencia lo que afectaría a la vida útil. Debe considerarse que pesan cerca de 13 toneladas, las baterías 4, y suben una pendiente de 9°”.

A esto se le suma la reducción del tiempo en que las unidades están en la calle destinado a la recarga de las baterías.

“El metro de Medellín funciona 100% con catenarias y el consumo eléctrico por kilómetro viajado y pasajero movilizado es muy inferior a los buses a baterías, híbridos y a gas”, sostiene en conversación con Portal Movilidad.

Asimismo, se puede garantizar que la energía destinada sea proveniente de fuentes renovables. Es cierto también que hay tramos en lo que no se pueden utilizar por curvas cerradas y alto costo en la implementación.

Para esos casos, y ya comprobada la alta eficiencia, se utilizan buses que además de conectarse poseen baterías para hacer ciertos kilómetros autónomos.

Cabe resaltar que el costo de la catenaria es de dos millones de dólares por milla mientras que un sistema de buses diésel es de ocho millones por milla.

En esta primera instancia los elementos necesarios para el avance del proyecto se importarán de China dado a sus costos bajos y competitivos, pero con la proyección de fabricación local cuando el mercado sea más amplio tanto en Colombia como en la región.

Hoy la iniciativa de la Universidad está a la espera de la concreción de pasos administrativos que se demoraron por la pandemia y que harán que ya tengan en su poder el bus de 10 toneladas a gas a utilizar donado por Navitrans.

En tanto, vale mencionar que este piloto es financiado por la Universidad Pascual Bravo, la cual invierte 43 millones de pesos para la compra de los motores, controlador y transformadores.

A esto se le suman 550 millones de pesos de la convocatoria ganada organizada por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación que será para una segunda etapa a tres años en conjunto con la Universidad de Antioquia y La Guajira.