Con la pandemia las ciudades han atravesado procesos de redistribución del espacio público y Bogotá no fue la excepción.

Así lo relata, Nicolas Estupiñán, secretario de Movilidad de Bogotá, e indica: «Trabajamos en la redistribución del espacio público buscando una ciudad más igualitaria y descongestionar el transporte masivo. Lo interesante de nuestra experiencia es que esto se dio también de una transformación colectiva hacia una nueva manera de movernos».

En esta transición las bicicletas son la clave. De igual modo, menciona: «Los modelos de negocios de empresas de bicicletas y scooters eléctricos no eran sostenibles por eso se retiraron de América Latina. Pero sigue estando esa demanda de una movilidad diferente y un nicho particular que podemos seguir captando para bajarlos de modelos no sostenibles».

«Bogotá tiene aproximadamente dos millones de bicicletas, no necesita más bicicletas como las concebimos nosotros. Necesita bicicletas eléctricas, de pedaleo asistido y servicios e infraestructura asociada. Por eso estamos tratando de ajustar un concurso para que, no solo vengan empresas a prestar infraestructura, sino que también otro tipo de servicios», afirma Estupiñán.

A través de un nuevo sistema que diseña la ciudad se piensa en incorporar servicios de mecánica, de turismo y seguridad para robustecer lo que ya existe para entregar más soluciones a los bogotanos.

Bogotá no tiene parqueaderos de bicicletas suficientes para las unidades que circulan, ocupando todos los puntos solo hay lugar para 15 mil bicicletas.

En ese marco, explica que «eso generó problemas de seguridad. Con menos gente en la calle hubo una sobreexposición de bicicletas. Del 6,5% de los viajes que se hacían prepandemia pasaron al 12% por este medio».

Hoy la ciudad cuenta con un total de 585 kilómetros de ciclorrutas que hacen a la red más extensa de la región. Solo en el comienzo del 2020, la capital colombiana incorporó 120 kilómetros de ciclovía.

Respecto a la experiencia, relata en Latam Mobility Virtual Summit: «Abrimos kilómetros y vimos que algunos no funcionaban porque tenían conflicto con el transporte público, se generaron siniestros donde antes no había. Ese proceso de calibración duró un par de semanas, finalmente nos quedamos con 84 kilómetros de carriles que antes estaban dedicados a carros».

En este sentido, menciona: «Al estar todos encerrados por la pandemia nadie se dio cuenta el espacio que tomamos y cuando se reactivaron los procesos económicos notaron lo que había pasado y fue difícil mantenerlo. Por suerte tenemos el apoyo de la Alcaldesa que es ciclista urbana».