México | Buses
jueves 05 de agosto de 2021
Replantear el modelo de negocios: el debate para migrar hacia buses eléctricos en México
La multiplicidad de pequeñas empresas obliga a repensar el esquema actual de transporte, donde el sector privado se vea acompañado del Estado.
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Si bien cada vez son más los proyectos que incorporan buses eléctricos en México, la actualidad del sector transportista obliga a reestructurar el modelo de negocios vigente, el cual tiene como principales actores a una variedad de pequeñas empresas que no cuentan con la capacidad técnica ni financiera para sumar nuevas tecnologías a sus flotas. 

“Es importante destacar que, debido a la estructura actual de los diferentes servicios de transporte público de la ciudad, la implementación de nuevas rutas conlleva la incorporación de centenares de pequeños transportistas a una empresa pública y a un modelo de operación completamente distinto”, advierte la cuarta edición del Reporte Movilidad Eléctrica publicado por el Programa para el Medio Ambiente de Naciones Unidas. 

Esto hoy se trata de un gran desafío, teniendo en cuenta los ambiciosos proyectos existentes en el país. El caso puede observarse mejor en Ciudad de México, donde la Empresa Pública de Transportes Eléctricos (STE) se comprometió a adquirir 500 trolebuses para 2024 y para ello se debe contemplar e incorporar la participación de todas las empresas que transitan las rutas.

En ese caso, el STE se encargará de adquirir nuevos vehículos eléctricos tipo trolebús, incluyendo unidades de 12 metros y articuladas; la mejora y recuperación de la infraestructura de energía, como las catenarias y la red de subestaciones; la rehabilitación de entre 100 y 150 vehículos; y la planeación de nuevas líneas y la recuperación de rutas desatendidas.

De esta manera, el impacto mayor de lo que implica sumar unidades eléctricas a las flotas, en especial el aspecto económico, recae en el sector público y no en su totalidad en el privado. Se trata de una estrategia que busca la división de responsabilidades, un intento similar a lo que sucede en Chile.

En ese sentido, hay organizaciones que trabajan hace años para mejorar a su vez la situación de los transportistas, como la Asociación Mexicana de Transporte y Movilidad (AMTM) que desde hace más de diez años trabaja en la conversión de modelos de transporte públicos en el país. 

Y pese a que ha visto avances en el crecimiento de las pequeñas firmas a través de capacitación con especialistas, advierten que es necesario apoyo por parte de las autoridades gubernamentales y esquemas financieros accesibles. 

Entonces, a México aún le resta repensar y llevar adelante un modelo de negocios que no excluya a los pequeños dueños de buses que llevan años funcionando y que, por el contrario, se les dé la oportunidad de transicionar hacia energías más limpias de forma rentable. 

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