La transformación digital en las empresas está permitiendo lograr grandes beneficios como así también nuevos desafíos. La movilidad no es ajena a ese contexto.

Podemos ver cómo el impacto digital en los servicios de movilidad logra explorar nuevas tendencias ligadas al crecimiento económico y sostenible dentro del ecosistema y sus usuarios.

Uno de los ejemplos es la creciente relación entre las grandes ciudades y la movilidad urbana, donde en los últimos años la digitalización ha comenzado a transformar el panorama del sector automotriz a través de una mayor conectividad, transición hacia vehículos cero emisiones, conducción autónoma y el cambio de propiedad por uso compartido, entre otros.

Las tecnologías juegan un papel fundamental en términos de suministrar la información  integrada a usuarios de vehículos y de la vía pública, como así también para la gestión de flotas en tiempo real, algo imprescindible para poder ofrecer un servicio de movilidad eficiente.

Por otro lado, levantar y almacenar datos sobre los traslados de las personas permite realizar diversos diagnósticos, que luego deben traducirse en acciones concretas para reducir significativamente los tiempos de viaje como así también la combinación de los mismos y de esa manera ofrecer una mejora sustancial en la calidad de traslado de las personas y sus efectos medioambientales.

Asimismo la expansión del e-commerce ha logrado transformar el hábito de compra de un vehículo ofreciendo disponibilidad de unidades a través de plataformas digitales logrando de ese modo, crear diversas experiencias y opciones durante la compra como así también ahorrar tiempo al momento de realizar los trámites de adquisición.

La implementación de tecnologías inteligentes también permiten reducir la accidentología vial evaluando y previniendo las distintas variables sobre el comportamiento durante la conducción y su entorno, generando además ahorros materiales en mantenimiento por mal manejo de los vehículos, en pólizas de seguros al prevenir accidentes y tambien evitando costos asociados a una mala imagen de marca en caso de flotas corporativas.