Guatemala | Autos
jueves 05 de noviembre de 2020
Opinión: ¿Me conviene un carro eléctrico?
Juan Carlos Botrán Presidente de Junta Directiva de AMEGUA
Compartí la nota

En los últimos años se ha hablado mucho acerca de los carros eléctricos.  Como todo proceso de cambio, antes de una nueva adopción vienen las dudas y cuestionamientos.

Hay que ser sinceros, el verdadero desarrollo que ha tenido la industria de vehículos eléctricos en los últimos 30 años aún no ha llegado a satisfacer todas las aplicaciones ni condiciones que el vehículo de combustión interna ha tenido 120 años para resolver.

Sin embargo, ya existen modelos que satisfacen algunas de las principales, y muy probablemente, con mejores resultados que el de combustión.  Simplemente hay que hacer un análisis comparativo y objetivo de ambas tecnologías.

Dentro de los principales puntos a tratar son:

  1. Utilización.

Como se mencionó anteriormente, aun no existe la oferta suficiente para satisfacer todas las aplicaciones posibles.  Por ejemplo, si quiero actualizar un pick-up, no encontraré actualmente una alternativa disponible; o si hago viajes largos y no tengo oportunidad de hacer paradas largas para repostar, el vehículo eléctrico tampoco me servirá.

Sin embargo, si el uso principal del vehículo es en el ámbito urbano y rara vez se recorren más de 200 kilómetros en un día, un vehículo eléctrico es una estupenda alternativa. Inclusive, si alguien hace viajes largos de vez en cuando (una o dos veces al año) se podría alquilar un vehículo de combustión para realizar esos viajes, de tal manera que no se padezca de la ansiedad de carga, y se pueda tomar provecho de todos los demás beneficios que provee el eléctrico.

  1. Costo.

Este, siendo un tema económico, la respuesta más apropiada es: depende.  Sin duda, el vehículo eléctrico es más caro que uno similar de combustión, aproximadamente un 25% – 40%.  Si dedicar esta cantidad de capital adicional es una limitante, no hay más que analizar, el vehículo de combustión es aún la mejor alternativa.

Sin embargo, si tienes capacidad de pago o financiar este monto, estarás muy satisfecho de saber que el auto eléctrico te puede salir más barato a largo plazo. Para esto, es importante analizar el Costo Total de Operación.  Esto es, todos los costos que representa la utilización del vehículo en un plazo largo, digamos 10 años: compra, “combustible”, seguro, mantenimientos periódicos, reparaciones, etc.

En ese sentido, un vehículo eléctrico es mucho más económico de operar año con año. Se explica de manera muy sencilla: un vehículo eléctrico no genera el nivel de desgaste mecánico que un vehículo de combustión ya que tiene una fracción de las piezas, no genera el calor ni fricción que hace un motor de combustión, no requiere una caja de cambios y gracias al sistema de recuperación de energía tiene un desgaste de frenos mucho menor.

Obviamente requiere de cambio de llantas, mantenimiento de frenos y suspensión, sin embargo, estos son mínimos y en periodos mucho más largos que vehículos tradicionales. Se estima que, si recorres más de 15,000 kilómetros por año, al cabo de 5 años ya habrás compensado el valor adicional del vehículo con los ahorros operativos, y aun tienes un vehículo mecánicamente impecable.

  1. Autonomía.

Autonomía se puede definir como la cantidad de kilómetros que un vehículo puede recorrer con una sola carga.  Esto está directamente ligado con el tamaño de la batería, aunque hay varios factores que pueden afectar considerablemente esta autonomía.

Por ejemplo, si la ruta que yo utilizo tiene muchas subidas y bajadas, la autonomía indicada por el fabricante se puede ver afectada ya que en la subida el vehículo va a consumir mucha más energía que en una vía plana.

Aunque el vehículo tenga capacidad de recuperar energía en la bajada, no es perfectamente comparable.  Una alternativa sería conseguir un vehículo con una autonomía mayor a la requerida, sin embargo, esto podría tener un impacto en el costo del vehículo.

Este punto está ligado a la utilización del vehículo.  Si yo lo estaré utilizando principalmente en un ambiente urbano, en donde el recorrido promedio diario es de 50kms, lo más seguro es que un vehículo con 150kms de autonomía sea suficiente.  Comprar un vehículo con 400 kms de autonomía solo traería mayores costos sin tener un beneficio práctico, más allá de la tranquilidad.

  1. Punto de Carga.

Este es uno de los puntos más discutidos cuando hablamos de la movilidad eléctrica, aunque es de los más fáciles de resolver.  El 95% de las cargas en el mundo son residenciales.  Esto quiere decir que la gran mayoría de las personas cargan su vehículo eléctrico en casa, rara vez tienen necesidad de utilizar un cargador público.

Básicamente tienen una electrolinera en su casa y cargan el vehículo en la noche, al igual que su teléfono, lo cual reduce significativamente la necesidad de una red amplia de cargadores públicos.

Hay algunos escenarios en donde esto se puede complicar un poco, por ejemplo, si vivimos en un edificio de apartamentos.  En este caso, aún hay maneras sencillas de resolverlo.  La instalación de un cargador no debiera ser mayor problema ya que solo se requiere una conexión eléctrica simple.

Para el pago, se pueden usar dos alternativas sencillas: una es instalar un cargador inteligente que registre cuanta energía despachó a cada vehículo y se hace el cálculo del valor de esa carga; u otra alternativa es que se hace un cálculo del consumo estimado mensual y se hace un pago fijo.  No es un método exacto, pero es funcional.

  1. Comodidad y conducción.

Conducir un vehículo eléctrico es una experiencia extraordinaria. En un principio se cuestionaba si tenía suficiente potencia, si aguantase subidas pronunciadas, o si pudiese llevar cargas mayores.

Después de años de uso, la respuesta es claramente que si tiene todas esas capacidades.  Obviamente tiene un límite de capacidad en su diseño, y si intentamos sobre pasar ese límite, el vehículo podría no responder como lo esperado.  Pero claramente, los vehículos eléctricos tienen más potencia que un vehículo de combustión.

En gran parte porque el motor eléctrico entrega toda su capacidad en todo momento, a diferencia del motor de combustión que tiene una curva de potencia.

Por otro lado, el vehículo eléctrico es prácticamente silencioso.  A bajas velocidades solo se escucha un leve sonido del motor, considerablemente menor que el motor de combustión.  Obviamente los motores eléctricos no generan calor, vibraciones ni gases lo que hace que el trayecto sea mucho más suave y limpio que el de un vehículo de combustión.

Quizás la mayor diferencia que existe entre ambos vehículos es la tecnología de automatización y ayudas a conducción que se están desarrollando.  Estos desarrollos están siendo cada vez más atractivos y están dirigiendo cada vez más la decisión de compra de las personas.

La compra de un vehículo siempre ha sido de las decisiones más importantes que las personas toman, principalmente dado el nivel de recursos que se requiere.  Y ahora pareciera que se complica más dada la alternativa del vehículo eléctrico.

No debiera de ser así.  Ya hay suficiente información y experiencias como para poder tomar una decisión objetiva y fundamentada.  Lo importante es hacer un buen análisis y luego seguir lo que dice el corazón y la cartera.

Destacados.