México | Opinión
miércoles 01 de diciembre de 2021
Opinión: Evolución de los sistemas de recarga: el tiempo siempre da la razón
Alejandro Malfavón Director Técnico y de Calidad de Circutor.
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En el año 1999, todavía siendo estudiante, logré ahorrar lo suficiente para comprarme un teléfono móvil, ¡qué logro! En aquel entonces no había smartphones, solo algunas marcas, contadas con los dedos de una mano, que se disputaban el naciente mercado de la telefonía celular. Por aquellos ayeres, no nos imaginábamos el potencial que tendría un dispositivo con toda esa tecnología al alcance de la mano, como lo vemos y prácticamente sentimos hoy en día. Recuerdo que cuando comparaba el teléfono de mi hermano o el de algún amigo, ambos de diferente marca al mío, nos encontrábamos con diferentes formas, tamaños, colores, pantalla y con algo que en ese entonces resultaba natural y que con el tiempo se volvió una estandarización y una minimización a solo un par de modos: el cargador de la batería.

En esos momentos era normal ver que cada quien cargaba la batería de su teléfono con un equipo enchufable a la pared y todos completamente diferentes, a menos que alguien coincidiera con uno en marca y modelo (recuerdo que las marcas lanzaban al mercado productos cada vez más pequeños con su propio cargador y no necesariamente compatible con el prototipo anterior).

Con el paso de los años, las marcas de telefonía móvil fueron evolucionando hasta llegar a lo que hoy nos encontramos: un par de sistemas operativos: uno destinado a una marca en particular y otro dedicado al resto de marcas. Al mismo tiempo cada plataforma cuenta con un tipo de cargador, lo que ha vuelto sumamente sencillo cargar el dispositivo móvil, incluso, con el puerto USB de la computadora.

La revolución tecnológica en temas de vehículo eléctrico y sus sistemas de recarga de baterías no son la excepción. Basta con recordar aquellas imágenes de los primeros autos eléctricos de principios del siglo pasado y la manera en que cargaban sus baterías, donde se observan enormes y peligrosos conjuntos de cables, a lo largo de lo que puede representar una antigua estación de recarga.

Al día de hoy, con el resurgimiento del vehículo eléctrico para el mercado masivo, hace poco más de una década, los diferentes fabricantes de automóviles han ido proponiendo sus propias necesidades de recarga, con sus propias potencias y formas de conexión. Desde luego, tal auge ha repercutido también en normativas internacionales, que van definiendo tanto en tipos de carga, como en formas de conexión, lo que poco a poco va reduciendo la cantidad de modelos de conectores y generando la confianza a los usuarios de encontrarse un punto de recarga muy cercano, ya sea en la autopista o incluso en el vecindario, con un conector que será compatible con su vehículo.

Análogamente al ejemplo de la telefonía móvil, nos vamos encontrando que, los diferentes modos de recarga de la electromovilidad, que van surgiendo de la constante evolución que marcan los fabricantes de los vehículos eléctricos, que ya no solo se cargan durante la s horas nocturnas en un proceso de carga lento, al regresar a casa después de la jornada laboral, sino que se cuenta ahora con cargas rápidas y ultrarápidas, para que convenientemente sea posible recargar el vehículo mientras se acude al cine o mientras se pasa por un café en el camino de un viaje de vacaciones o para ver a un cliente. Sin dejar de mencionar que la industria 4.0 ha logrado disponer en la palma de la mano, de aplicaciones de los propios fabricantes y de terceros, para permitir a los usuarios monitorear la disponibilidad de puntos de recarga y hasta las posibles tarifas.

¿Qué nos espera?, ¿recarga inalámbrica de vehículos, al mismo tiempo que se conduce? El tiempo siempre da la razón.

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