Argentina | Opinión
jueves 22 de octubre de 2020
Opinión: El realismo optimista
Verónica Geese Ex-secretaria de Energía de Santa Fe
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En Argentina hay más de 14 millones de vehículos, de edad promedio 11 años, además hay maquinaria agrícola, trenes, embarcaciones, motos, la inmensa mayoría con motor a explosión, aprox. el 53% naftero, 34% gasolero y 13% GNC.

Por año se agregan un promedio de 500.000 unidades, obviamente muy atado esto a los vaivenes de la macroeconomía. En estos datos tenemos que ubicarnos para pensar en la transición energética sostenible del transporte argentino, de forma positiva pero realista.

Según el último Inventario Nacional de Gases efecto Invernadero, con datos de 2014, el sector de transporte contribuye con 15,5% y si sumamos el combustible utilizado en el sector rural llegamos aproximadamente a 20% de las emisiones totales de Argentina.

En el período 2010 – 2019 se importaron 40,312 millones de m3 de gasoil por un total de US$ 26.312 millones y 3 millones de m3 de nafta por un total de US$ 1.776 millones, si bien parte de ese gasoil es para generación, no es difícil sacar conclusiones respecto a las posibilidades de disminuir emisiones de GEI y de material particulado en ese sector de manera rápida, con poca inversión y con alto grado de componente local: BIOCOMBUSTIBLES, bioetanol, biodiesel y biometano.

Cuando los biocombustibles argentinos reemplazan a los combustibles fósiles dejamos de emitir más de un 70% de GEI y aproximadamente un 50% del material particulado, entonces si una parte de los vehículos que hoy tenemos comienza a utilizar más porcentaje de biocombustibles, inmediatamente bajamos la huella de carbono del país y de la actividad a la que ese transporte esté asociada.

Un ejemplo claro, todo el campo consume el 22% del gasoil que se usa en el país y representa el 3% de las emisiones de CO2eq en el Inventario Nacional, eso podría reemplazarse hoy mismo por biodiesel puro, B100, porque se ha probado que es técnicamente viable (ver ej. BioBus Santa Fe), disminuyendo así más del 2% de todas las emisiones de Argentina. Si tenemos en cuenta que el compromiso asumido en Marrakesh es reducir un 18% para 2030, ese 2% de reducción instantánea es muy importante.

Pero más allá de los compromisos internacionales de Argentina está la cruda realidad de los dólares que necesitamos que entren al país, allí nuestras exportaciones son como agua en el desierto y por eso hay que cuidarlas. Ya vemos hoy que nuestros socios comerciales comenzaron a exigir certificaciones de sostenibilidad ambiental para los productos que importan, por ejemplo, baja huella de carbono, no deforestación, etc. Ante esta preocupación, y dado que en la mayor parte de las actividades productivas uno de los grandes emisores de GEI es el transporte, podemos darnos la estrategia de reemplazar los combustibles fósiles por biocombustibles.

No todos los países o regiones tiene la disponibilidad de comenzar tan rápidamente la transición energética y a tan bajo costo, hoy Argentina tiene la capacidad instalada para migrar a un mayor uso de biocombustibles sin necesidad de aumentar durante años la zona sembrada ni de invertir en nuevos vehículos, tenemos un sector que es un lujo en el momento de la historia que nos toca vivir, sería bueno que lo valoremos y le demos un rol importante en una estrategia nacional de sostenibilidad justa y acordada socialmente, que nos saque del realismo mágico que nos quieren vender los intereses geopolíticos y nos ubique en un realismo optimista de mayor desarrollo local.

 

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