Europa | Barcos
lunes 19 de julio de 2021
«Fit for 55»: La industria marítima en la mira por falta de tecnologías cero emisiones
Diversas organizaciones del sector se expresaron sobre las medidas contra la contaminación: polémica por el precio del carbono y el pedido de impulso tecnológico.
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Si bien el anuncio estrella del nuevo paquete de medidas para lograr que Europa sea climáticamente neutra es la prohibición en la venta de coches de combustión para 2035, otros sectores del transporte también se ven atravesados por el “Fit for 55”.

De ellas, la industria marítima es una de las que más se transformará a fin de alcanzar la progresiva descarbonización de la economía.

Las resoluciones de Bruselas buscan el impulso de tecnologías y combustibles renovables y bajos en carbono, además de que se impondrán estándares que marcan un máximo al contenido de gases de efecto invernadero en la energía usada por las embarcaciones.

Por otra parte, se establecerá la obligación de que los barcos contaminantes dispongan de acceso a suministros de electricidad limpia en los principales puertos del continente y la introducción del precio al carbono

Las metas a alcanzar para el sector marítimo incluyen la disminución en un 6% de los gases de efecto invernadero para 2030, de un 26% para 2040 y de un 75% para 2050.

A propósito de estas medidas, la industria no hizo esperar su respuesta.

La Asociación de Armadores de la Comunidad Europea (ECSA) se pronunció respecto a la propuesta de incluir el transporte marítimo en el sistema de comercio de emisiones de CO2 de la UE.

La agrupación pide la creación de un fondo específico “para apoyar la descarbonización del transporte marítimo” en vez de destinar los presupuestos generales de los Estados miembros.

El presidente de ECSA remarca que es clave acompañar al sector debido a la alta presencia de pequeñas y medianas empresas, las cuales no tienen desarrollada la tecnología necesaria para afrontar los retos medioambientales.

Por su parte, Martin Dorsman, secretario general de la institución, señala que el imponer sanciones económicas a los buques cuando la infraestructura para el suministro de energía en tierra no esté disponible en un puerto es erróneo.

“Los buques deberían estar exentos de conectarse cuando esta infraestructura no esté disponible o no fuera compatible con el equipo de las embarcaciones”, destaca.

La Asociación Internacional de Líneas de Cruceros para Europa (CLIA) también se refirió al nuevo paquete de medidas.

Si bien se destacó el compromiso del sector a los objetivos a largo plazo de la Unión Europea y el trabajo en miras a la incorporación de buques neutrales para las décadas por venir, una crítica apuntó a la introducción del precio del carbono.

“No resolverá por sí sola el desafío central subyacente que es la falta de combustibles marinos alternativos, será necesaria una mayor atención política y reglamentaria para acelerar su desarrollo y ponerlos a disposición en los puertos europeos”, expresa Ukko Metsola, director general de CLIA Europa.

La respuesta en España

El director de CLIA España, Alfredo Serrano, destacó que la industria de los cruceros en el país apoya la descarbonización de la economía y el esfuerzo que se deberá desempeñar para lograrlo.

Para esto, ve como clave un papel activo de las empresas, incluyendo la extensa cadena de valor.

“El sector de los cruceros es un componente crítico de nuestra economía, que genera más de 50 mil puestos de trabajo”, enfatiza.

Por su parte, la Asociación de Navieros Españoles (ANAVE) se refirió al paquete de la Comisión Europea días antes de su aprobación, valorando positivamente las inversiones sostenibles mediante una mayor facilidad de acceso a la financiación.

“Resulta positivo que en el desarrollo de este reglamento el transporte marítimo haya sido finalmente considerado como un sector que contribuye de forma sustancial a la mitigación del cambio climático”, destacaron.

En ese sentido, confían en que esta consideración facilite el acceso a la financiación de buques y equipos que “mejoren la eficiencia energética” en un contexto en que gran parte de las empresas aún están gestionando el fuerte impacto económico de otras normas medioambientales ya existentes.

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