Element Fleet Management, BYD, Electric Mobility Trucks (EMT), After Sales Electric Mobility (ASEM) y Enel Green Power se unieron con el objetivo de, desde sus especializaciones, ofrecerle al cliente una solución integral de flota de vehículos eléctricos para su compañía. 

“Sabiendo que las empresas con vocación de reparto tienen compromisos globales para reducir emisiones de dióxido de carbono, Element, como experto en simplificar lo complejo, lo que buscó fue hacer una alianza estratégica donde uniendo las piezas clave podíamos ofrecer una solución llave en mano”, señala Francisco Cabeza, quien está a cargo de la estrategia de movilidad eléctrica en la firma, a Portal Movilidad. 

“Si tu a un cliente hoy le dices que adopte un vehículo eléctrico, de entrada el vehículo es caro y la infraestructura aún más. Entonces, eso hace que sea muy costoso adoptar el vehículo eléctrico. Lo que hicimos acá es meter todo en el paquete y al final solo se paga una mensualidad y se elimina una barrera”, destaca.

Y agrega: “En general, las empresas van de manera separada a vender distintas cosas y esto termina siendo una mala experiencia porque cada quien pone sus condiciones. Entonces, los operadores acaban sumamente frustrados porque no entienden qué se les vende ni por qué es tan caro”. 

Según un comunicado de Element, se trata de “la primera alianza de su tipo en México” y brindará al sector privado “grandes beneficios en términos de ahorros, disponibilidad de nuevas tecnologías, que contribuirá a reducir las emisiones contaminantes en sitio”. 

“A diferencia de otros países, en México la movilidad eléctrica va a ir de la mano a las flotas comerciales y no tanto del transporte público porque una característica del país es que tiene un gran número de transporte de mercancías”, cierra Cabeza.

En términos de contaminación, el transporte en el territorio mexicano significa el 25% de las emisiones de gases de efecto invernadero nacionales, mientras que 95% de este número corresponde a los vehículos de carga. 

De hecho el país se compone de una flota antigua que afecta su eficacia, con unidades de ocho años por encima de la media de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y sus socios comerciales regionales como Estados Unidos y México, con un promedio de edad de 18 años de los vehículos.