Así como se despliega la red de cargadores de vehículos eléctricos debe trabajarse su relación con el sistema eléctrico. El primer aspecto es la demanda de energía que “al momento no es tan significativo”, pero dependerá del horario y simultaneidad del pico de demanda.

En la integración con las renovables existen diferencias si la generación proviene de hidráulica, eólica o solar por la variabilidad, por eso deben pensarse las normativas “con inteligencia”.

“La carga de vehículos tiene un mayor impacto cuando el sistema eléctrico tiene mucho dominio de la fotovoltaica dado que su pico de generación es el mediodía, a diferencia de la eólica donde es más uniforme”, explica Francisco Boshell, analista de mercados y estándares para tecnologías de energías renovables de IRENA.

Y sostiene: “Para que los vehículos eléctricos se puedan cargar de manera inteligente se necesitan nuevas regulaciones y nuevos esquemas tarifarios que compensen a los usuarios por poner a disposición su vehículo según las necesidades del operador del sistema”.

El objetivo de la carga inteligente es evitar la simultaneidad de la demanda para tener una relación más amigable con las redes de transmisión, pero puntualmente con las de distribución.

Hay diferentes niveles de carga inteligente desde lo más básico que es la tarifa dinámica para que los usuarios carguen y descarguen en determinados horarios, pasando al otro extremo que involucra digitalización y control remoto incluso por parte del operador.

“Esto también requiere modelos de negocios de agregadores porque las baterías son pequeñas, pero si sumamos todas tenemos suficiente capacidad de almacenamiento para balancear el sistema durante el mayor valle”, afirma Boshell durante la Semana de la Energía de la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE).

Otro aspecto que destaca que debe trabajarse para el V2G es el impositivo dado que hay países que cuentan con aranceles a la energía utilizada para la recarga y a la hora de inyectar a la red.

Hoy en día en el mundo hay 11 millones de vehículos eléctricos, pero en un panorama de descarbonización se requerirá al menos 380 millones hacia 2030 y 1.800 millones a 2050.

Desde el lado de la infraestructura, hay 1.8 millones de puntos de carga, centrados en China principalmente, pero se requiere que en promedio por año se instalen 30 millones de puntos de carga de los cuales al menos 10 sean públicos, tanto lentos como rápidos.

Estas oportunidades de negocios significan una inversión de 200 mil millones de dólares al año aproximadamente únicamente en infraestructura de carga.

Caso diferente es el del sistema de transporte público donde los buses requieren alta potencia y demanda en cortos períodos de tiempo por lo tanto sugiere la evaluación de generación de energías renovables in situ y baterías estacionarias que ayuden a manejar los picos de demanda.

Aunque en ambos casos el eje fundamental es la planeación entre gobiernos locales, autoridades encargadas de infraestructura y urbanización, energéticas, operadores y distribuidores.