Como varios países de la región, las flotas de vehículos pesados de México apuntan a una movilidad cero emisiones. No obstante, las autoridades del segmento aseguran que no habrá avances sin reglas claras e incentivos, principalmente, desde el Gobierno nacional para renovar las unidades en circulación. 

“No vemos una política definida de movilidad a nivel nacional todavía, aunque sí se está trabajando en una ley. Tampoco hay una política de renovación de flotas articulada como quisiéramos”, advierte Miguel Elizalde, presidente de la Asociación Nacional de Productores de Autobuses, Camiones y Tractocamiones (ANPACT). 

Y agrega: “Lo que sí vemos es una fiscalización mayor a las empresas del autotransporte. Es decir, estas tenían ciertas ventajas en términos fiscales que se han ido reduciendo. Entonces, en lugar de buscar más incentivos a los transportistas, cada vez vemos menos”. 

La renovación de flotas para México es un paso fundamental, no solo para alcanzar la electrificación sino para promover una movilidad menos contaminante en el proceso de transición. Y para esto es primordial, según Elizalde, un rol activo de las autoridades gubernamentales. 

En la actualidad, los vehículos híbridos de carga son lo más cercano a la electromovilidad que puede observarse y sus ventas de a poco van en aumento. De hecho, del 2019 al 2020 creció la entrada de vehículos híbridos de carga al país un 2,4%.

Para Elizalde, para dar el siguiente salto se necesitan baterías eficientes y que se reduzca la inversión inicial, lo cual reitera sucederá cuando haya incentivos por parte de las autoridades.

“De lo contrario, la persona tiene un vehículo que requiere una inversión mayor y compite con uno ya en circulación. Son vehículos comerciales, hasta que no sea un negocio rentable, no los vamos a ver de una manera masiva”, observa. 

“Es la tendencia y vamos hacia los vehículos eléctricos, pero no es lo mismo implementarlos en un país en el que no hay una cultura de renovar flota como aquí o varios países de la región”, explica y añade: “Veo difícil que alguien cambie un camión de carga de 35 años por uno eléctrico. Va a ser un proceso gradual junto a varias tecnologías a la par”.

Para el representante de ANPACT el foco principal para cambiar las unidades debe establecerse en incentivos verdes, financiamiento, profesionalización para saber manejar el negocio y en la actualización y supervisión de un marco regulatorio. 

Hoy México cuenta con casi 700 mil unidades con placas federales, las cuales poseen una edad promedio de 18,4 años. A su vez, se colocan alrededor de 40 mil vehículos pesados cada año y adicionalmente se importan 10 mil vehículos usados de Estados Unidos, con una antigüedad de más de 15 años, cantidad que no ha disminuido a pesar de la pandemia. 

Esto no quiere decir que no exista una reglamentación, simplemente esta no se cumple como sucede en el caso de los autobuses. Si bien el Reglamento de Autotransporte Federal y Servicios Auxiliares de México prohíbe la circulación de buses de más de 15 años, la edad promedio de los mismos es de 16. Eso quiere decir que el 48% circula de forma irregular. 

Aunque las micro y pequeñas empresas son conscientes que entre más antiguo el vehículo, menos competitivo es, también encuentran una compensación a través de la sobrecarga del mismo o incumpliendo con las condiciones mecánicas ambientales requeridas.

“Esto ya genera una competencia desleal dentro del mercado. Sin embargo, si sacas a la flota que debería salir, generarías un conflicto social muy grande por las miles de familias que dependen del autotransporte”, comenta Elizalde y resuelve: “Por eso tienes que darle una salida digna a estos vehículos antiguos de forma escalonada”. 

Ahora, desde la ANPACT esperan el cambio de legislatura, tras las elecciones federales de México, con la cual afirman “habrá una oportunidad para incentivar la renovación de la flota especialmente en las micro y pequeñas empresas pero con enfoque de sostenibilidad”. 

Entretanto, apuestan por seguir trabajando a la par de las autoridades nacionales, pero también con las estatales las cuales suelen ser quienes terminan impulsando fuertemente el desarrollo de políticas públicas a nivel federal.